Durante esta conferencia de un día de duración, expertos de toda la región de América Latina y más allá debatieron los temas más recientes en la política de integración comercial regional y los desafíos y oportunidades que se avecinan para América Latina y el Caribe en un mundo de patrones comerciales cambiantes. Panelistas de instituciones clave como CAF-Banco de Desarrollo de América Latina, el Banco Interamericano de Desarrollo, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, el Banco Mundial, la Organización Mundial del Comercio y varias otras organizaciones de investigación y empresas se reunieron para discutir este importante tema.
Integración comercial regional y costos comerciales
Pablo Sanguinetti de la Universidad Torcuato Di Tella presentó el primer panel con una visión general de la historia reciente de la integración comercial regional en América Latina, incluidos nuevos desarrollos en la reducción de aranceles, así como los desafíos actuales al comercio, como las barreras comerciales no arancelarias y los aranceles elevados. entre las principales economías de la región. El panel fue moderado por Fernanda Monti, exdirectora de la secretaría del Mercosur.
Gabriel Sánchez, del Banco Interamericano de Desarrollo, presentó un panorama crítico de la historia del Mercosur como bloque comercial. Describió cómo la devaluación de la moneda de Brasil en 1999, junto con la negativa de Argentina a seguir su ejemplo, desencadenó una desaceleración en la integración del bloque. Esto creó un desequilibrio entre los dos países, el colapso financiero de Argentina en 2001 y la llegada de China, todo lo cual impidió aún más la integración del Mercosur. Sostuvo que tanto Argentina como Brasil comparten ciclos económicos similares dada su vulnerabilidad a condiciones externas que, junto con la naturaleza similar de sus economías, los hacen aptos para compartir una moneda común. Sin embargo, la inestabilidad macroeconómica de Argentina y las recurrentes crisis del gasto público obstaculizan el camino hacia una moneda compartida. Sánchez también consideró otros desafíos, incluidas cuestiones sobre el alineamiento internacional del Mercosur y disputas internas entre miembros sobre aranceles externos.
Juan Carlos Hallak del Instituto Interdisciplinario de Economía Política de Buenos Aires cree que el principal desafío es el débil comercio intrarregional. América Latina no produce muchos de los productos que la región necesita, lo que crea dependencia del exterior. Una agenda desatendida han sido las barreras comerciales no arancelarias, que impiden la integración comercial regional, un desafío también para exportar a los mercados desarrollados. Hallak planteó una pregunta importante: “¿Cómo podemos desarrollar estructuras productivas que amplíen la producción regional sin dificultar el comercio internacional?” Señaló que se trata de una cuestión difícil, ya que las empresas locales se oponen a las reformas y apoyan políticas proteccionistas que las protegen de la competencia.
Verónica Frisancho, de CAF-Banco de Desarrollo de América Latina, explicó que exportar a países vecinos se vuelve más difícil cuando los costos de transporte intrarregional son más altos que los de envío a mercados globales. Abogó por reformas pequeñas pero significativas que podrían conducir a una “armonización de las normas comerciales”, como reformas en las normas sobre transporte y logística. También se necesita una mayor integración del comercio energético regional para fortalecer la generación de energía limpia.
Reconfiguración de las cadenas globales de valor
Antoni Estevadeordal, miembro residente del Georgetown Americas Institute, presentó un documento sobre las implicaciones de las nuevas tendencias comerciales globales, como la reshoring, nearshoring y friendshoring, para América Latina. En su opinión, las consideraciones tecnológicas, geopolíticas y de sostenibilidad son los principales impulsores de estas diferentes tendencias y estrategias. América Latina está menos preparada tecnológicamente en conectividad de banda ancha a Internet y en el índice de desempeño logístico que países de regiones como el Sudeste Asiático, por ejemplo. Estevadeordal presentó opciones de políticas para lograr la resiliencia de la cadena de suministro que ya siguen importantes economías como Estados Unidos, la Unión Europea y Japón. De esta manera, América Latina podría promover políticas relacionadas con la tecnología y la sostenibilidad, así como el posicionamiento geopolítico. Concluyó que la región actualmente se encuentra fuera de la geometría emergente de la nueva arquitectura comercial global.
Andrés López, del Instituto Interdisciplinario de Economía Política de Buenos Aires, argumentó que, aunque se ha “publicitado” la deslocalización cercana, en realidad poco ha sucedido en las Américas. Las empresas siguen abandonando China y acudiendo en masa a otros mercados de Asia. La relativa distancia de América Latina de los tres principales centros económicos mundiales (Europa, Asia Oriental y América del Norte) es parte del desafío. Al mismo tiempo, argumentó que el “líder regional” del continente, Estados Unidos, sigue sin estar interesado en la integración y sólo se centra en cuestiones de migración y seguridad. En ese contexto, abogó por África como mercado potencial, aunque sólo Brasil ha avanzado en inteligencia de mercados en ese continente. Finalmente, la falta de una mentalidad regional común sobre cuestiones comerciales es un impedimento considerable para el éxito de América Latina, dada la prevalencia de divisiones internas entre gobiernos impopulares que luchan por cooperar en un mundo en constante cambio.
Álvaro Lalanne de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe explicó cómo hay poca inversión extranjera directa que ingresa a la región, planteando que esto podría deberse a condiciones políticas que obstaculizan la integración y la inversión. Superar estos impedimentos políticos es esencial para impulsar la inversión extranjera para el desarrollo en un momento de cambios en los patrones globales de comercio e inversión.
Marcela Cristini de la Fundación de Investigaciones Económicas Latinoamericanas remarcó que los recursos naturales de América Latina vuelven a tener gran relevancia ante los objetivos de sostenibilidad global. Hay otros recursos naturales de los que la región podría depender, como las exportaciones argentinas de rollos de heno, que se están volviendo más escasas en lugares como España debido al cambio climático. Sin embargo, existen claras diferencias entre el norte y el sur de América Latina; La proximidad geográfica significa que el norte puede aprovechar la deslocalización con inversiones dirigidas a obtener acceso al mercado estadounidense. En este contexto, la región necesita un sistema multilateral fuerte, por lo que necesita colaborar y fortalecer organizaciones como la Organización Mundial del Comercio.
Beatriz Nofal de Eco-Axis concluyó el panel señalando que si bien el futuro de México está mejor posicionado dadas sus conexiones con Estados Unidos, el futuro del cono sur estará determinado por el camino que seguirá en su alineación geopolítica. El Mercosur necesita compromiso político para avanzar y desarrollar una perspectiva estratégica común. Finalmente, un tema que le preocupa es la falta de una plataforma común para coordinar las políticas regionales. Por ejemplo, Brasil presidirá el G20 en 2024 y no existe un marco común para que América Latina aproveche esto.
Modernización y diversificación en el marco del Acuerdo Mercosur-Unión Europea
Sandra Ríos, del Centro de Estudios de Integración y Desarrollo, brindó una visión general de la historia de las negociaciones Mercosur-UE que comenzaron en 1995. Aunque al principio hubo gran entusiasmo, los cambios políticos en la región rápidamente estancaron las negociaciones en 2004. Revivido en 2016, el acuerdo se alcanzó en 2019 cuando Brasil y Argentina alinearon sus preferencias en materia de política comercial. El acuerdo moderniza aranceles, reglas de origen, estándares de sostenibilidad y estándares laborales. Ríos ve el acuerdo como un punto de inflexión para la política de integración del Mercosur, diseñada para proporcionar un muy necesario "shock de competitividad" al bloque. En su opinión, argumentar en contra del acuerdo presenta dos problemas: cualquier acuerdo será desigual debido a los desequilibrios naturales de los dos bloques, y el acuerdo no es un verdadero "big bang" en términos de apertura comercial, ya que la eliminación total de los aranceles tomaría 10 a 15 años. Concluyó que será necesario cierto pragmatismo político para rescatar el acuerdo.
Dante Sica, ex ministro de desarrollo productivo de Argentina, cree que el acuerdo Mercosur-UE tiene claras implicaciones institucionales para la región. En su opinión, el principal problema que impidió un tratado final fue la ignorancia interna sobre el acuerdo, particularmente en Brasil. El acuerdo de 2019 fue una decisión política y Argentina, bajo el entonces presidente Mauricio Macri, presionó con fuerza para lograrlo. La UE también necesitaba el acuerdo para diferenciarse de la política de “Estados Unidos primero” del presidente estadounidense Donald Trump.
Marcel Vaillant, de la Universidad de la República, argumentó que la UE siempre ha sido reactiva en su acercamiento a América Latina, buscando principalmente no quedar en una posición de desventaja respecto de Estados Unidos. La UE no ha sentido ninguna presión para firmar un acuerdo con América Latina porque nunca ha habido un acuerdo comercial hemisférico con Estados Unidos. Es muy pesimista sobre el éxito del acuerdo porque ha habido señales claras de que el diálogo está fallando, en particular el actual impulso de Brasil para reabrir las negociaciones.
Comercio y cambio climático
José Antonio Monteiro, de la Organización Mundial del Comercio, habló de la falta de conciencia que existe sobre la interacción entre la integración comercial y el medio ambiente. Los cambios climáticos promedio y extremos impactan la productividad, el comercio y la infraestructura; una mayor capacidad de adaptación al cambio climático está asociada a una mayor apertura comercial. América Latina representó el 10% de las emisiones globales de dióxido de carbono en 2019, y sus emisiones por sector son únicas debido a la agricultura y la silvicultura generalizadas en la región. La eliminación de barreras comerciales para bienes y servicios ambientales puede generar beneficios comerciales y ambientales. Monteiro advirtió sobre posibles tensiones comerciales como consecuencia de decisiones comerciales unilaterales y descoordinadas basadas en el clima. Sin embargo, la cooperación comercial internacional puede ayudar a la transición hacia una economía menos intensiva en carbono. Observó que esto ya es evidente en los acuerdos comerciales regionales donde se incluyen consideraciones sobre el cambio climático.
Evangelina Dardati de la Universidad Diego Portales habló sobre el impacto de las empresas en la reducción de emisiones. Las empresas multinacionales jugarán un papel clave aquí y ya han demostrado que son más efectivas en la reducción de emisiones que las empresas nacionales. De igual forma, Mariana Conte Grand del Banco Mundial y la Universidad del CEMA destacó cómo los efectos del cambio climático en el comercio son reales, mencionando cómo una reciente sequía impactó el comercio a través del Canal de Panamá. Identificó dos impulsores principales de la política comercial climática: los acuerdos internacionales como el acuerdo de París y sus compromisos voluntarios, y las regulaciones comerciales nacionales.
Elisa Belfiori de la Universidad Torcuato di Tella concluyó el panel destacando la importancia de involucrarse en la lucha contra el cambio climático. Esto, en su opinión, constituye la única “obviedad” en la política climática: involucrarse. También comentó cómo la cuestión global sobre la reducción de emisiones se centra en la energía, pero para América Latina el tema también es la agricultura, un sector donde se necesitan soluciones.
La importancia de la colaboración académica
Al comentar sobre el panel final, el director fundador de GAI, Alejandro Werner, concluyó que es importante que las instituciones académicas colaboren entre sí para encontrar las políticas económicas más efectivas para abordar el cambio climático. América Latina ha sido históricamente receptora de políticas económicas de otras regiones; la región ahora necesita encontrar sus propias soluciones. Enfatizó que ayudar a los gobiernos a diseñar esta agenda regional climática y energética es una tarea crucial en la que están comprometidos GAI y la Universidad Torcuato di Tella.