Nora Lustig sobre la historia de cómo se mide la desigualdad en América Latina
El 23 de febrero, el Georgetown Americas Institute (GAI) organizó una conversación con la becaria residente Nora Lustig para analizar su último artículo, “Setenta y cinco años de medición de la desigualdad del ingreso en América Latina”, publicado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID). en octubre de 2023.
Medir la desigualdad con precisión es esencial para América Latina. La región ha experimentado numerosos ciclos de fluctuación en la distribución de la riqueza en las últimas décadas, creando altos niveles de desigualdad de ingresos y riqueza. Un documento de trabajo reciente del BID titulado “Setenta y cinco años midiendo la desigualdad del ingreso en América Latina” analiza la historia de los esfuerzos para medir la desigualdad y aborda las incertidumbres que surgen de las disparidades en las estimaciones y los sistemas de medición entre países. GAI dio la bienvenida a una de sus autoras, Nora Lustig, miembro residente de GAI, profesora Samuel Z. Stone de Economía Latinoamericana en la Universidad de Tulane y directora fundadora del Commitment to Equity Institute (CEQ), para una discusión sobre los hallazgos del artículo.
Cómo se mide la desigualdad es importante
Lustig argumentó que es fundamental comprender las diferentes formas de medir los niveles de desigualdad. Explicó que dependiendo de la fuente de información, los niveles de desigualdad (y en particular los anteriores a la década de 1990) pueden diferir marcadamente. De manera similar, es más probable que las mediciones basadas en encuestas de hogares subestimen las verdaderas cifras de desigualdad.
“Suelen hacerse declaraciones sobre la desigualdad que hacen un uso indebido de la información. Dado que se trata de un fenómeno con tanta carga política, creo que es importante comprender cómo lo medimos y qué podemos decir con certeza, además de señalar dónde residen las incertidumbres”. -Nora Lustig
Sin embargo, existe cierto consenso sobre la tendencia de la desigualdad, y la mayoría de las mediciones muestran que, si bien creció en las décadas de 1980 y 1990, cayó durante la década de 2000 debido en gran parte a la expansión de la educación y a los aumentos de las transferencias monetarias y del salario mínimo. Para tener una buena imagen de la evolución de la desigualdad, Lustig subrayó la importancia de utilizar una multiplicidad de fuentes, incluidas encuestas y datos fiscales, así como aplicar diferentes metodologías estadísticas.
Los métodos y los datos importan. Por ejemplo, las cifras correspondientes a Brasil en la década de 1960 difieren mucho según las fuentes y los métodos. Mientras tanto, México ha visto aumentar o disminuir la desigualdad en los últimos años dependiendo de diferentes mediciones. Por eso, argumentó Lustig, la desigualdad de ingresos debería medirse mediante una combinación de fuentes de datos y métodos. Por ejemplo, propuso que incluyera encuestas de hogares representativas a nivel nacional, así como los ingresos pre-fiscales y post-fiscales de los hogares. También debería tener en cuenta el impacto del alquiler sobre los ingresos, y los cálculos de desigualdad deberían incluir los gastos de consumo para realizar comparaciones interregionales.
¿Cuánto sabemos realmente sobre la desigualdad?
Lustig reconoció cuatro períodos claros que surgen de análisis dispares de datos de desigualdad regional. El primero, que se desarrolló entre los años cincuenta y setenta, estuvo marcado por información escasa e idiosincrásica. El segundo y el tercero, que van desde la década de 1980 hasta aproximadamente 2015, constituyen dos mitades de un patrón en “U” invertida: aumento de la desigualdad en las décadas de 1980 y 1990, para luego disminuir en las décadas de 2000 y 2010. El cuarto y actual período se define por la divergencia regional a medida que la desigualdad aumentó, disminuyó y se mantuvo constante en diferentes países. El problema es que la mayoría de los datos históricos se basan únicamente en encuestas de hogares, que probablemente subestimen la desigualdad real.
“Los avances recientes en la medición de la desigualdad del ingreso en la región son reales e incompletos. Ahora sabemos que nos equivocamos en el pasado, pero todavía no sabemos “la verdad”. -Nora Lustig
El desafío para Lustig es descubrir qué viene después. La desigualdad es claramente sensible a diferentes métodos de combinación y de imputación, pero no está claro que las estimaciones sintéticas recientes representen estimaciones creíbles y sólidas de los verdaderos niveles de desigualdad. La buena noticia es que las tendencias son mucho más sólidas que las estimaciones de niveles específicos, lo que da certeza a hallazgos como el patrón de “U” invertida de años anteriores. De hecho, la disminución de la desigualdad en el cambio de milenio fue un patrón generalizado en toda la región. El mayor acceso a la educación jugó un papel central en la reducción de la brecha salarial, y la certeza de que la educación funciona como un motor para reducir la desigualdad es alta.
"Una cosa de la que estamos seguros es que cuando observamos la disminución de la desigualdad en la década de 2000, esto estuvo claramente asociado con expansiones en la educación, las transferencias de riqueza y las remesas". -Nora Lustig
El director fundador de GAI, Alejandro Werner, brindó unas palabras introductorias. Una grabación completa del evento está disponible en el canal de YouTube de GAI. El informe también se puede encontrar en línea en el sitio web del BID.