Haití se ha sumido en el caos desde el asesinato del presidente Jovenel Moïse en julio de 2021. El gobierno ha perdido legitimidad y las pandillas ahora gobiernan gran parte del país. Las élites políticas del país parecen atrapadas en un debate sobre cuál es el mejor camino para celebrar nuevas elecciones y restaurar la legitimidad del gobierno. En octubre de 2022, el presidente Ariel Henry solicitó apoyo de la comunidad internacional para ayudar a las fuerzas policiales locales a restablecer el orden, pero la comunidad internacional ha reaccionado con cautela a esta solicitud.
La agitación en Haití y el camino hacia la estabilidad
Rennhack brindó una descripción general de la situación en Haití y destacó cómo el asesinato del presidente Moïse en 2021 dejó a la nación lidiando con la incertidumbre política y el dominio rampante de las pandillas. A pesar de los pedidos de asistencia internacional, Rennhack argumentó que la comunidad internacional no está asumiendo un papel más activo dadas las preocupaciones sobre la legitimidad del gobierno actual y los fracasos de intervención del pasado. Si bien estas son preocupaciones válidas, argumentó que la crisis de Haití podría tener implicaciones regionales sustanciales, lo que debería impulsar un mayor compromiso de la comunidad internacional.
Rennhack profundizó en la trayectoria histórica de la nación para explicar cómo llegó hasta este punto. Haití, que ha enfrentado inestabilidad política e instituciones débiles desde que obtuvo su independencia en 1804, también ha enfrentado liderazgos autocráticos e interferencia externa, todo lo cual ha perpetuado la fragilidad económica, las instituciones débiles y exacerbado el malestar social. Sin embargo, en medio de estos desafíos, Rennhack argumentó que las lecciones de otros estados frágiles pueden trazar un camino hacia la resiliencia y la estabilidad para Haití.
"El acuerdo político es una condición previa para permitir que un país emprenda un camino de recuperación económica, social y política". -Robert Rennhack
Rennhack cree que las experiencias positivas que han tenido Ruanda y Sierra Leona al reducir su fragilidad y desarrollar resiliencia pueden inspirar el rumbo de Haití hacia la recuperación. En su opinión, las claves de este largo y arduo proceso pasan por priorizar la estabilidad política, fomentar el crecimiento económico, fortalecer las instituciones y promover la inclusión social.
De los gestos simbólicos a la acción
El embajador Page señaló que la conversación sobre Haití no ha cambiado en los últimos años. Destacó cómo las condiciones históricas de la independencia de Haití tuvieron repercusiones duraderas que dan forma al panorama social, político y económico de la nación actual. Page también cuestionó si el apoyo del gobierno de Estados Unidos al presidente Ariel Henry durante la actual crisis califica como un verdadero compromiso con procesos democráticos significativos.
"La simple celebración de elecciones no hace que un país sea democrático". - Página de Susan
Si bien se vislumbra la promesa de próximas elecciones, Page se mostró escéptico sobre su legitimidad democrática. Sostuvo que la democratización exige un esfuerzo concertado para abordar las causas profundas de la crisis actual, incluida la inseguridad alimentada por el tráfico de armas y las fronteras porosas. Si bien existen soluciones, requieren una voluntad política genuina tanto dentro de Haití como entre la comunidad internacional.
Para allanar el camino hacia soluciones sostenibles, Page argumentó que se debe priorizar la rendición de cuentas internacional. Aprovechar mecanismos como la Ley Global Magnitsky puede permitir a Estados Unidos responsabilizar a los perpetradores de violaciones de derechos humanos, fomentando una cultura de transparencia y compromiso ético. En última instancia, Page estaba convencido de que un cambio significativo en Haití requiere alejarse de los gestos simbólicos y adoptar medidas sostenidas y basadas en principios en apoyo de la gobernabilidad democrática y la estabilidad a largo plazo.
Cultura y agencia, motores de crecimiento
Celestin cree que navegar la recuperación económica de Haití exige una comprensión matizada de la interacción entre cultura, agencia local e intervención internacional. Para él, reconocer las dinámicas culturales debería ser una prioridad, ya que los acontecimientos históricos han dado forma al panorama sociopolítico y económico de Haití. Reconoció que los haitianos se muestran escépticos ante la autoridad centralizada, lo que subraya la necesidad de participación de las bases y de iniciativas impulsadas por la comunidad para reconstruir la confianza y fomentar el desarrollo inclusivo.
Celestin argumentó que es necesario ir más allá de los modelos normativos de desarrollo para lograr la revitalización económica de Haití. Imponer marcos externos sin tener en cuenta los contextos locales corre el riesgo de exacerbar la resistencia y obstaculizar el progreso. En cambio, los esfuerzos de colaboración que respeten el conocimiento local y el patrimonio cultural e integren los sistemas tradicionales con las prácticas modernas ofrecen un camino hacia el desarrollo sostenible.
"En lugar de que el desarrollo venga desde arriba, creo que utilizar la comunidad como fuente de ideas y creatividad es el punto de partida si pensamos en el desarrollo económico". -Johnny Celestin
Además, Celestin cree que abrazar la humildad y la asociación es esencial para trazar un nuevo rumbo para el futuro económico de Haití al priorizar los modelos de gobernanza y toma de decisiones de abajo hacia arriba en lugar de los de arriba hacia abajo. Al empoderar a las comunidades locales a través de estructuras de gobernanza descentralizadas y una asignación equitativa de recursos, Haití podría forjar un camino hacia un desarrollo económico sostenible basado en la inclusión y la autodeterminación.
El evento fue moderado por la directora general de GAI, Denisse Yanovich .