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23 de octubre, 2025

Europa y América Latina en el nuevo orden comercial

El 23 de octubre, el Georgetown Americas Institute organizó el evento "Europa y América Latina en el nuevo orden comercial", una amplia conversación que examinó cómo la evolución de la dinámica económica, geopolítica y regulatoria está reconfigurando la cooperación interregional.

Cecilia Malmström y Antoni Estevadeordal
Cecilia Malmström y Antoni Estevadeordal

El evento contó con la participación de Cecilia Malmström, excomisaria europea de Comercio y actual investigadora sénior no residente del Instituto Peterson de Economía Internacional (PIIE), en diálogo con Nicolás Albertoni, investigador visitante del GAI y ex viceministro de Relaciones Exteriores de Uruguay, y Antoni Estevadeordal, investigador residente del GAI e investigador sénior del Instituto Barcelona de Estudios Internacionales. Alejandro Werner, director fundador del GAI, ofreció las palabras de bienvenida. El panel exploró las perspectivas de la integración comercial, el futuro del acuerdo UE-Mercosur y las vías hacia la convergencia regulatoria en un contexto de profunda incertidumbre global.

Reconfigurando la arquitectura comercial en una era de fragmentación

Estevadeordal inició la conversación destacando un desafío fundamental que enfrentan ambas regiones: la rápida proliferación de una compleja red de acuerdos comerciales superpuestos y a menudo incompatibles. Señaló que la expansión de los acuerdos bilaterales de libre comercio, en lugar del progreso a través de la Organización Mundial del Comercio (OMC), ha creado intrincadas redes de normas de origen que perjudican desproporcionadamente a las pequeñas y medianas empresas. Malmström reconoció este problema como una de las principales desventajas del actual régimen comercial fragmentado, haciendo hincapié en que la incoherencia de las normas genera cuellos de botella en las aduanas, aumenta los costos de cumplimiento y socava los beneficios de la apertura comercial.

Desde una perspectiva europea, argumentó que la solución ideal a largo plazo sería una mayor consolidación regional en América Latina: un mercado interno capaz de armonizar las normas y presentar posiciones de negociación unificadas ante el exterior. Si bien reconoció que un proyecto de este tipo podría llevar años, identificó las normas de origen como el área de cooperación más urgente y técnicamente compleja. Malmström instó a ambas regiones a explorar medidas graduales, como tomar como referencia la experiencia de la UE con sus socios mediterráneos o aprender de los crecientes esfuerzos de coordinación de Asia en el marco de la ASEAN.

Estevadeordal señaló que muchos acuerdos megaregionales modernos, incluidos el CPTPP y el RCEP, han avanzado precisamente mediante la consolidación de acuerdos de libre comercio anteriores y desconectados. Fomentó la búsqueda de soluciones innovadoras para lograr la convergencia a través de mecanismos sencillos que no requieran la renegociación completa de los tratados, un punto que Albertoni secundó al hablar del interés de América Latina en tender puentes entre sus diversos marcos regulatorios.

Normas reglamentarias y el papel del acuerdo UE-Mercosur

Albertoni destacó que, más allá de los bienes, los servicios digitales, la política climática y las finanzas sostenibles están adquiriendo una importancia cada vez mayor en las alianzas comerciales. Malmström subrayó que el acuerdo entre la UE y Mercosur, gestado durante 25 años, ofrece una plataforma importante para la convergencia regulatoria entre Europa y América Latina. El acuerdo, explicó, incluye mecanismos para el reconocimiento mutuo de las normas existentes y crea oportunidades para el establecimiento conjunto de estándares en campos emergentes donde las normas internacionales aún están en desarrollo, como la biotecnología, la nanotecnología y las ciencias de la vida.

Tanto Malmström como Albertoni destacaron la importancia de este acuerdo como referente para la armonización interna en América Latina. El sistema regulatorio unificado de la UE, explicó Malmström, le otorga una gran ventaja en las negociaciones comerciales: un único conjunto de normas se aplica en los 27 Estados miembros. La experiencia de Mercosur, que requiere que cuatro posiciones nacionales converjan en una sola, ilustra cómo los desafíos de coordinación pueden debilitar el poder de negociación.

Ante la posibilidad de que el acuerdo entre la UE y Mercosur se firme próximamente, Malmström expresó un optimismo cauteloso. Advirtió que no concretar el acuerdo ahora supondría un revés geopolítico y enviaría una señal perjudicial sobre la fiabilidad de las alianzas de Europa en el hemisferio occidental.

Comercio, valores y el futuro de la cooperación interregional

Durante la sesión de preguntas y respuestas, Malmström abordó las preocupaciones sobre el enfoque de la UE respecto a las disposiciones laborales, medioambientales y de derechos humanos en los acuerdos comerciales. Si bien reconoció las críticas de algunos países en desarrollo, hizo hincapié en que los acuerdos de la UE se basan en gran medida en convenios internacionales ya firmados por los gobiernos de los países socios. Destacó ejemplos en los que países como México han acogido con satisfacción las disposiciones sobre corrupción o transparencia en la contratación pública, considerándolas complementarias a sus esfuerzos de reforma interna.

La discusión concluyó con una nota de optimismo cauteloso: si el acuerdo entre la UE y Mercosur se finaliza en las próximas semanas, podría marcar no solo la culminación de una negociación de décadas, sino también el comienzo de una arquitectura comercial transatlántica más profunda y coherente para el siglo XXI.